El cerebral base argentino continuará otra temporada más como timonel baskonista después de que las mareantes ofertas económicas de Olympiakos y F.C. Barcelona no fructificaran. Pablo Prigioni volverá a ser, en principio, el base titular del Tau Cerámica y aportará, en su quinta temporada en Vitoria, lo mismo de siempre: dirección, inteligencia, fluidez del balón, responsabilidad... y liderazgo. Sin duda alguna, tras la marcha de Luis Scola, Prigioni pasará a ser el jugador más importante del vestuario, incluso por delante del capitán Sergi Vidal. Como se suele decir, la prolongación de entrenador en la pista. Para el equipo será tan importante su distinguida calidad como jugador (nominado como mejor base de las dos últimas ACB o en el segundo quinteto de la Euroliga) como su carácter y carisma. Prigioni manda, dialoga y asume balones que deberían corresponder a otros por sus galones.
Se trata de un base director puro, sin grandes condiciones atléticas. No le hace falta para ser determinante. Su nominación como MVP en la Copa del Rey de hace dos ediciones demostró cómo un jugador puede ser el mejor o ganar partidos sin meter puntos. Además, es un consumado ladrón de balones y no es raro verle recuperar la bola justo cuando el rival saca de fondo. Pero esto no quiere decir que sea un buen defensor. Pablo Prigioni pasa bastantes apuros cuando se trata de defender a bases grandes, físicos o veloces y suele ver cómo sus pares le superan con relativa facilidad. Para que sus carencias se noten lo mínimo, el base de Río Tercero echa mano de su carácter y mala leche que, dicho sea de paso, muchas veces le hace obcecarse demasiado y sacarle de los partidos. Otro lunar en el juego de Prigioni es el de ser algo protestón ante los árbitros y ser demasiado “expresivo”. Pese a sus carencias o defectos, Pablo Prigioni es uno de los máximos asistentes que hay en Europa (posee el récord de asistencias en una temporada en la Euroliga) y está entre los elegidos hablando de directores.
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