sábado, 3 de mayo de 2008

Igual pero diferente


A la cuarta Final Four consecutiva fue la vencida. No ganó, pero el Baskonia definitivamente fue a ganar, con las mismas intenciones que la pancarta de unos aficionados rusos que decía "We are here to win". Y vaya si lo hizo, porque a mí me quedó la sensación de que llegar a la final estuvo más cerca de lo que aparenta.

Con igualdad a tope en el marcador, 61-63 para los rusos, y hablo momentos después de la dudosa antideportiva señalada a Prigioni, Andersen cometía dobles que no fueron pitadas. Le pasó el balón a Langdon y Rakocevic le robó el balón limpiamente. Falta y dos tiros libres que el de Alaska no falla. 61-65 y un Baskonia bastante descentrado tras tres clamorosos fallos arbitrales (la antideportiva, dobles de Andersen y falta de Rakocevic), que quizá fueron los únicos que cometío el trío arbitral durante todo el partido, pero que se encadenaron en un espacio de tiempo muy corto en los instantes más decisivos.

El Cska aprovechó el único momento en el que el Baskonia no se concentró exclusivamente en el juego y se marcó un parcial 0-10 que resultó imposible de remontar en los últimos cinco minutos del partido, pese a que si Mickeal no hubiera tenido la mala suerte de que botó el balón en el pie de Smodis se habrían tenido más posibilidades.

Hasta entonces hubo dos fases. Una primera mitad en la que el Baskonia estuvo excepcional, impecable, dirigido fenomenalmente por Planinic (que superó al idolatrado Papaloukas) y con Splitter y McDonald haciendo muy bien su tarea de buscar a la presa más fácil de los rivales, Andersen. El duelo entre Mickeal y Siskauskas fue digno de enmarcar, una pelea entre dos aleros bárbaros. Y Rakocevic estaba y de vez en cuando 'mataba' con sus tiros en suspensión y sus triples. La única posición donde se flojeó un poco fue en la de 'cuatro', después de que Singleton hiciera tres personales en tres minutos y se condicionara para no aparecer más.

Con dos primeros cuartos en los que los baskonistas disfrutamos del baloncesto como unos enanos, sólo el acierto de Holden mantenía a los de Messina en el encuentro. El Tau se iba al descanso con seis puntos de ventaja que no reflejaban para nada el dominio sobre la cancha, y se veía que ayer era otra historia, que Vitoria quería ser campeona de Europa.

A fondo tuvieron que emplearse los moscovitas para recortar. Su gran arranque en el tercer cuarto encendió a Siskauskas y Andersen. El lituano se convirtió en una pesadilla y recibió numerosas faltas que no desaprovechó desde la línea de tiros libres, algo en lo que si Splitter no hubiera fallado habría permitido que los de Messina tardaran más en meterse en el encuentro (falló mucho en la primera mitad y mejoró después). Andersen, simplemente, metió canastas bien defendidas.

El marcador se niveló y el ritmo ahora parecía estar más impuesto por el Cska, que sin embargo no se podía despegar de un Baskonia que parecía volver a entonarse. El partido iba encaminado a un cara o cruz en el último minuto, hasta que llegaron esos puntuales errores arbitrales, que si bien se tradujeron en pocos puntos regalados al contrario, desestabilizaron a los de Spahija durante unos minutos y encajaron ese parcial que resultó mortal.

A partir de ahí, el Tau se vació, y a punto estuvo de remontar, pero fue imposible. Mala suerte, porque ayer era el día. A los rusos les cayó del cielo un parcial que les salvó el culo porque, de verdad, creo que ayer se mostraron impotentes y sus recursos fueron mejorar en defensa en la segunda mitad y encomendarse a Andersen. El Cska no fue superior, no tuvo más profundidad de banquillo (8 jugadores con presencia importante sobre la cancha en ambos equipos), no jugó mejor. Simplemente, ganó. Y respiró. Ayer vieron la luz al final del túnel.

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